5 oct 2010

Un día


Lou mira el desorden que hay sobre el sofá estampado estilo hippy. Quita un par de libros que hay sobre los cds. Los Detectives Salvajes, de Roberto Bolaño y El Gran Desierto, de James Ellroy. Bajo ellos están los Allman Brothers, Free y Springsteen, pero a Lou no le apetecen hoy los momentos acústicos de Nebraska.

Remueve un poco y aparece el afortunado de hoy, Smokin', de Humble Pie.

Clem Clemson y Steve Marriott nos introducen con sus guitarras a Hot'n'Nasty. Peter Frampton ya se marchó hacia la fama solitaria. Una fama como la que jamás conocería Marriott, un negro enorme atrapado en un cuerpo enclenque de blanquito del que se le salía esa negra alma por cada costura descosida.

You're So Good For Me. Preciosa.

Lou se tumbaría en el sofá, pero los cds no se lo permiten, así que se sienta en el frío suelo, apoya su espalda contra la fría pared de yeso y cierra sus fríos ojos mientras disfruta del disco.

Piensa que mientras Clemson, Marriott, Shirley y Ridley grababan en los Olympic Sound Studios, en febrero del 72, él nacía y ennegrecía un poco más este mundo con su presencia. Curioso. Y ahora estaba ahí, tranquilamente, escuchando la voz de alguien que ya no está en dicho mundo cuando grababa temas geniales mientras él respiraba por primera vez.

C'mon Everybody, del añorado Cochran, le hace abrir los ojos lentamente, para volver a cerrarlos.

Disfruta la voz de Marriott y las guitarras en I Wonder cuando oye el revuelo en la calle. Policías, sirenas, ambulancias. Y el charco de sangre en la acera.

Llaman a la puerta antes de que pueda acabar de escuchar el disco. Con un enfado monumental apaga el equipo de música y se lamenta de no haber podido escuchar Sweet Peace And Time. No porque sea la canción que más le guste del disco. Ni siquiera porque no haya tenido bastante ya con las ocho anteriores. Es solo que no hay cosa que más lo joda que el que se le interrumpa en medio de la escucha de un buen disco. Y si es la policía, aún más.